jueves, 1 de diciembre de 2011

Capítulo 1 - Primera parte

Miles

El paseo hacia aquel antro había sido largo, fresco y deprimente, además de solitario. Me había encontrado con toda esa gente que nadie quiere encontrarse en una velada de trabajo y que, mucho menos yo, quería conocer. Pero todos aquellos encuentros fortuitos con la esencia de los barrios bajos se habían quedado sólo en eso: en encuentros fortuitos.
Seguía intentando adivinar por qué él me había citado en un barrio como aquél cuando, pudiéndoselo permitir, vivía en una zona residencial de la ciudad, apartada de todo lo que representaba aquel indeseable barrio. En su comunidad todo el mundo era pulcro, bien educado y cordial. Las únicas disputas eran por alguna tontería de ruidos animales, y todo se arreglaba con unas galletas, una sonrisa y una visita previamente programada. Seguro que funcionaba así, a pesar de que me diera arcadas de lo arquetípico que resultaba.
Me paré durante unos segundos frente a la puerta de un local que parecía pequeño, caluroso y con una atmósfera viciada. Seguro que olería a perfume barato de mujer. Seguro que había mesitas redondas y pequeñas de madera y una barra larga de frío mármol blanco. Miré el cartel, comprobando que era el bar en el que me había citado. Al instante, recordé la conversación telefónica:
-Se llama Casiopea. Desde fuera tiene muy mala pinta, pero le aseguro que es un local realmente acogedor –había dicho, con una voz de fumador y bebedor.
Si. Aquél era, definitivamente, el local donde me había citado. Mientras me preguntaba las razones de aquel hombre para elegir un lugar tan… tan… tan poco deseable como ése, cogí la puerta y tiré hacia mí, abriéndola y entrando en el ambiente caluroso y viciado, con aroma a perfume barato de mujer.

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